Un ictus se produce cuando uno de nuestros vasos sanguíneos sufre o un taponamiento (no puede circular la sangre) o una rotura (la sangre sale de su cauce). Esto hace que la sangre no pueda llegar al cerebro de forma normal y las células al no oxigenarse mueran.
Podemos distinguir dos tipos de ictus en función de la lesión sufrida:
1. Ictus isquémico o infarto cerebral
El más común, se origina al taponarse uno de nuestros vasos sanguíneos. Los más frecuentes se producen por la obstrucción de las arterias. Generalmente es un coágulo que se forma en el cerebro y evita que fluya la sangre, se pueden producir también por otros motivos como estenosis o estrechamiento arterial. También por ateroesclerosis que es acumulamiento de placa, entre otros motivos.
2. Ictus hemorrágico o derrame cerebral
Se origina por la ruptura de un vaso sanguíneo. Esto produce la salida de la sangre de su cauce creando un encharcamiento y sangrado dentro del cerero. Algunas de las causas pueden ser una malformación arteriovenosa, un aneurisma hemorrágico o la rotura de la pared de una de las arterias.
Fuente Imagen: kernpharma
Es vital identificar qué ha causado el ictus para poder adaptar el tratamiento en todas las fases posteriores.
También es importarte conocer la diferencia entre una embolia, un derrame y una trombosis.
Trombosis - es la formación de un coágulo sanguíneo
Embolia - obstrucción de un vaso sanguíneo a causa de un coágulo que se ha formado en otro lugar
Derrame - rotura de un vaso sanguíneo y posterior sangrado
Conocer y estar familiarizados con estos términos nos ayudará a su identificación precoz y a salvar vidas. Llama al 112 cuando detectes las señales.
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